Si una persona mejora después de recibir un tratamiento no significa necesariamente que el tratamiento haya producido esa mejoría.
A menudo, se cree que las personas que están enfermas mejoran porque reciben un tratamiento. También se puede creer que una persona empeora porque recibe un tratamiento.
Si una persona mejora después de recibir un tratamiento, no significa que el tratamiento haya ayudado a esa mejora necesariamente. Es posible que hubiera mejorado sin el tratamiento, y tampoco significa que si otra persona recibe ese tratamiento vaya a mejorar.
Una razón por la que las experiencias personales, incluso una serie de experiencias personales, a veces pueden inducir a error, es que las experiencias (como el dolor) fluctúan y tienden a volver a un nivel normal o promedio. Este fenómeno a veces se denomina “regresión a la media”.
Por ejemplo, las personas muchas veces tratan los síntomas, como el dolor, cuando son muy graves aunque mejorarían de igual manera sin el tratamiento. Lo mismo se puede aplicar a una serie de experiencias. Por ejemplo, si hay un aumento en el número de accidentes de tráfico en un lugar concreto se pueden instalar semáforos para reducirlos. Si, posteriormente, el número de accidentes disminuye, puede parecer que los semáforos han causado este cambio. Sin embargo, es posible que el número de accidentes hubiese regresado a un nivel normal sin los semáforos.
ATENCIÓN cuando alguien diga “A mí me funcionó”.
RECUERDA: La experiencia personal de alguien que recibe un tratamiento no significa necesariamente que el tratamiento cause una mejoría o un empeoramiento.